A JUAN RAMÓN JIMÉNEZ
ARBOLÉ, ARBOLÉ
La niña del bello rostro
está cogiendo aceituna.
El viento, galán de torres,
la prende por la cintura.
Pasaron cuatro jinetes,
sobre jacas andaluzas
con trajes de azul y verde,
con largas capas oscuras.
"Vente a Córdoba, muchacha."
La niña no los escucha.
Pasaron tres torerillos
delgaditos de cintura,
con trajes color naranja
y espadas de plata antigua.
"Vente a Sevilla, muchacha."
Y la niña no lo escucha. (...)
VERSOS ENCADENADOS
El pájaro canta en la rama La luna brilla en el agua
la rama del naranjo en flor el agua del lago azul
flor rosada y bonita azul en la noche gris
bonita en primavera gris como la tormenta
Sobre la playa, la piedra El viento mueve el agua
la piedra, sobre la arena el agua del gran lago
la arena marrón y caliente lago en la provincia de Sevilla
caliente bajo sol veraniego Sevilla con su giralda
ROMANCE DEL CONDE OLINOS
Madrugaba el conde Olinos,
mañanita de San Juan,
a dar agua a su caballo
a las orillas del mar.
Mientras el caballo bebe
canta un hermoso cantar: (...)
Desde la torre más alta
la reina le oyó cantar:
-Mira, hija, como canta
la serenita del mar.
-No es la sirenita, madre,
que esa no tiene cantar;
es la voz del conde Olinos
que por mí penando está.
-Si por tus amores pena
yo le mandaré matar,
que para casar contigo
le falta sangre real
-No le mande matar, madre;
no le mande usted matar,
que si mata al conde Olinos
juntos nos han de enterrar
-Que lo maten a lanzadas
y su cuerpo echen al mar
Él murió a la medianoche
ella a los gallos cantar. (...)
De ella nace un rosal blanco
de él, un espino albar.
Crece uno, crece el otro,
los dos se van a juntar.
La reina llena de envidia,
ambos los mandó cortar; (...)
De ella nace una garza;
de él un fuerte gavilán.
Juntos vuelan por el cielo,
juntos vuelan par a par.
Nadie sabe geografía
Era una noche del mes
de mayo, azul y serena.
Sobre el agudo ciprés
brillaba la luna llena,
iluminando la fuente
en donde el agua surtía
sollozando intermitente.
Solo la fuente se oía.
Después, se escuchó el acento
de un oculto ruiseñor.
Quebró una racha de viento
la curva del surtidor.
Y una dulce melodía
vagó por todo el jardín:
entre los mirtos tañía
un músico su violín.
Era un acorde lamento
de juventud y de amor
para la luna y el viento,
el agua y el ruiseñor.
"El jardín tiene una fuente
y la fuente una quimera..."
Cantaba una voz doliente,
alma de la primavera.
Calló la voz y el violín
apagó su melodía.
Quedó la melancolía
vagando por el jardín.
Solo la fuente se oía.ARBOLÉ, ARBOLÉ
La niña del bello rostro
está cogiendo aceituna.
El viento, galán de torres,
la prende por la cintura.
Pasaron cuatro jinetes,
sobre jacas andaluzas
con trajes de azul y verde,
con largas capas oscuras.
"Vente a Córdoba, muchacha."
La niña no los escucha.
Pasaron tres torerillos
delgaditos de cintura,
con trajes color naranja
y espadas de plata antigua.
"Vente a Sevilla, muchacha."
Y la niña no lo escucha. (...)
VERSOS ENCADENADOS
El pájaro canta en la rama La luna brilla en el agua
la rama del naranjo en flor el agua del lago azul
flor rosada y bonita azul en la noche gris
bonita en primavera gris como la tormenta
Sobre la playa, la piedra El viento mueve el agua
la piedra, sobre la arena el agua del gran lago
la arena marrón y caliente lago en la provincia de Sevilla
caliente bajo sol veraniego Sevilla con su giralda
ROMANCE DEL CONDE OLINOS
Madrugaba el conde Olinos,
mañanita de San Juan,
a dar agua a su caballo
a las orillas del mar.
Mientras el caballo bebe
canta un hermoso cantar: (...)
Desde la torre más alta
la reina le oyó cantar:
-Mira, hija, como canta
la serenita del mar.
-No es la sirenita, madre,
que esa no tiene cantar;
es la voz del conde Olinos
que por mí penando está.
-Si por tus amores pena
yo le mandaré matar,
que para casar contigo
le falta sangre real
-No le mande matar, madre;
no le mande usted matar,
que si mata al conde Olinos
juntos nos han de enterrar
-Que lo maten a lanzadas
y su cuerpo echen al mar
Él murió a la medianoche
ella a los gallos cantar. (...)
De ella nace un rosal blanco
de él, un espino albar.
Crece uno, crece el otro,
los dos se van a juntar.
La reina llena de envidia,
ambos los mandó cortar; (...)
De ella nace una garza;
de él un fuerte gavilán.
Juntos vuelan por el cielo,
juntos vuelan par a par.
Nadie sabe geografía
mejor
que la hermana mía
-La
anguila azul del canal
enlaza
las dos bahías.
-Dime,
¿dónde está el volcán
de
la frente pensativa?
-Al
pie de la mar morena,
solo,
en un banco de arena.
(Partiendo
el agua, un bajel
sale
del fondeadero.
Camino
del astillero,
va
cantando el timonel)
-Timonel
hay un escollo
a
la salida del puerto.
-Tus
ojos, faros del aire,
niña,
me lo han descubierto.
¡Adiós,
mi dulce vigía!
Nadie
sabe geografía
mejor
que la hermana mía.
Cantiga
Muy graciosa es
la doncella,
¡cómo es bella y
hermosa!
Digas tú, el
marinero
que en las
naves vivías;
si la nave o la
vela o la estrella
es tan bella.
Digas tú, el
caballero
que las armas
vestías,
si el caballo o
las armas o la guerra
es tan bella.
Digas tú, el
pastorcico
que el ganadico
guardas,
si el ganado o
los valles o la sierra
es tan bella.
Rueda que irás muy lejos.
Rueda que
irás muy lefos.
Ala que
irás muy alto.
Torre del
día, niño.
Alborear
del pájaro.
Niño: ala,
rueda, torre.
Pie. Pluma.
Espuma. Rayo.
Ser como
nunca ser.
Nunca serás
en tanto.
Eres
mañana. Ven
con todo de
la mano.
Eres mi ser
que vuelve
hacia su
ser más claro.
El universo
eres
que guía
esperanzado.
Pasión del
movimiento,
la tierra
es tu caballo.
Cabálga.
Domínala.
Y brotará en
su casco
su piel de
vida y muerte,
de sombra y
luz, piafando.
Asciende.
Rueda. Vuela,
creador de
alba y mayo.
Galopa.
Ven. Y colma
el fondo de
mis brazos
Yo no quiero que a mi niña
golondrina me la vuelvan;
se hunde volando en el Cielo
y no baja hasta mi estera;
en el alero hace el nido
y mis manos no la peinan.
Yo no quiero que a mi niña
golondrina me la vuelvan.
Yo no quiero que a mi niña
la vayan a hacer princesa.
Con zapatitos de oro
¿cómo juega en las praderas?
Y cuando llegue la noche
a mi lado no se acuesta...
Yo no quiero que a mi niña
la vayan a hacer princesa.
Y menos quiero que un día
me la vayan a hacer reina.
La subirían al trono
a donde mis pies no llegan.
Cuando viniese la noche
yo no podría mecerla...
¡Yo no quiero que a mi niña
me la vayan a hacer reina!
golondrina me la vuelvan;
se hunde volando en el Cielo
y no baja hasta mi estera;
en el alero hace el nido
y mis manos no la peinan.
Yo no quiero que a mi niña
golondrina me la vuelvan.
Yo no quiero que a mi niña
la vayan a hacer princesa.
Con zapatitos de oro
¿cómo juega en las praderas?
Y cuando llegue la noche
a mi lado no se acuesta...
Yo no quiero que a mi niña
la vayan a hacer princesa.
Y menos quiero que un día
me la vayan a hacer reina.
La subirían al trono
a donde mis pies no llegan.
Cuando viniese la noche
yo no podría mecerla...
¡Yo no quiero que a mi niña
me la vayan a hacer reina!
El agua que está en la
alberca
El agua que está en la alberca
y el verde chopo son novios
y se miran todo el día
el uno al otro.
y el verde chopo son novios
y se miran todo el día
el uno al otro.
En las tardes
otoñales,
cuando hace viento, se enfadan:
el agua mueve sus ondas,
el chopo sus ramas;
las inquietudes del árbol
en la alberca se confunden
con inquietudes de agua.
cuando hace viento, se enfadan:
el agua mueve sus ondas,
el chopo sus ramas;
las inquietudes del árbol
en la alberca se confunden
con inquietudes de agua.
Ahora que es la primavera,
vuelve el cariño; se pasan
toda la tarde besándose
silenciosamente. Pero
un pajarillo que baja
desde el chopo a beber agua,
turba la serenidad
del beso con temblor vago.
vuelve el cariño; se pasan
toda la tarde besándose
silenciosamente. Pero
un pajarillo que baja
desde el chopo a beber agua,
turba la serenidad
del beso con temblor vago.
Y el alma del chopo tiembla
dentro del alma del agua.
dentro del alma del agua.
PAREADO
Hoy tengo muchos deberes
y quiero que tu me escuches,
me tengo que lavar el pelo
y terminar tarde no quiero.
EL ELEFANTE
El elefante delante
de su manada camina.
Cuatro patas
siseantes
y la
trompa entretenida.
Las orejas se le
mueven
y, por
su paso mecidas,
le abanican,con su ritmo
ladeado, la barbilla.
Los colmillos, con
sus curvas,
cortan
el aire y la brisa,
y, con su testuz de cuarzo,
abre en la selva
autopistas.
Busca las charcas
con agua
y, si
no las ve, imagina
que se zambulle en un lago
que le sirve de
piscina.
Todos los días se
quita
el
sudor de las costillas,
el polvo de rabo y patas
y el barro de las
mejillas.
Come hojas de los
árboles,
tiene
memoria erudita,
sabe contar hasta ocho
y multiplica
deprisa.[...]
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